lunes, 16 de abril de 2012

I. LA VENIDA DEL SEÑOR. 1,5-12.

                 5Esto es indicio claro del justo juicio de Dios, que se propone concederos su Reino, por el cual bien que padecéis; 6ya que será justo a los ojos de Dios pagar con aflicción a los que os afligen 7y con alivio a vosotros los afligidos junto con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele, viniendo del cielo con sus poderosos ángeles, 8en medio de un fuego llameante, para hacer justicia contra los que se niegan a reconocer a Dios (Is 66,15) y a responder al evangelio de nuestro Señor Jesús; 9su castigo será la ruina definitiva, lejos de la presencia del Señor y del esplendor de su fuerza, 10cuando venga él aquel día, para que en sus consagrados se manifieste su gloria, y en todos los que creyeron, sus maravillas; y vosotros creísteis nuestro testimonio.
               11Teniendo esto presente pedimos continuamente a nuestro Dios que os ponga a la altura de vuestra vocación y con su poder dé plena realidad a todo buen propósito y actividad de la fe; 12así glorificaréis a nuestro Señor Jesús y él a vosotros, con la generosidad de nuestro Dios y del Señor, Jesús Mesías.

EXPLICACIÓN.

5-12.        El tema de la persecución conduce al del juicio de Dios. La persecución que sufren es la prueba de que este juicio será justo, porque Dios no es indiferente a la opresión. El autor relega el reino de Dios a la vida futura (5). Con imágenes libremente tomadas del AT, describe un juicio vindicativo, en que se dará su merecido a los perseguidores (cf. Is 66,15; Jr 10,25; Is 2,10.19-21) y el premio a los creyentes perseguidos. La venida será la revelación del Señor (cf. Zac 14,5; 1 Cor 1,7; 1 Pe 1,7.13)); sus poderosos ángeles, lit. "ángeles de su fuerza" (7); fuego llameante, temible majestad (8); aquel día (10), cf. 1 Cor 1,8; 5,5; 2 Cor 1,14; 1 Tes 5,2.4. La idea de que los que rechazan el evangelio sufrirán una condenación sin remedio se expresa en términos muy crudos, sin paralelo en los demás escritos de Pablo ni en el resto del NT (cf. Rom 12,19ss).

                Sigue la oración que va unida ordinariamente al exordio. El autor pide que la fe/adhesión a Jesús se traduzca realmente en obras (11); a nuestro Señor Jesús, el gr. ónoma, "nombre", está por la persona misma (12).

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